Crecí en un apartamento de 70 metros cuadrados en Bogotá. Sí, papá, mamá y hermano compartían ese mismo espacio conmigo. Aveces, deseábamos duplicar esos metros y tener habitaciones más amplias, pero al final, éramos felices. Ya casada y al mudarme a Denver, empecé a buscar hogar para dos. Habían casas y condos de todas las formas y medidas. Como pasa en otros países, al alejarse más y más de la ciudad, el pie cuadrado era más asequible y se obtenía mucho más por menos precio. Entonces… ¿por qué no aprovechar y comprar una casa grande y nueva? Aquí fue que me di cuenta que las preferencias mías y la de la mayoría de los americanos eran totalmente opuestas.
La mayoría de los americanos viven en suburbia, donde se consigue más espacio por menos precio. Yo, ya acostumbrada a vivir en plena ciudad, en un apartamento pequeño, no vi la necesidad de una casa inmensa para solo dos. Considero que hay más contras que pros en suburbia. Pues, aunque se tenga una casa muy bonita, grande y cómoda, en un barrio tranquilo, con un buen colegio para los hijos (o los futuros), hay muchas cosas que se sacrifican.
Por eso, estas son las razones por las que no quiero vivir en suburbia:
Se es dependiente del carro
Sea al trabajo, al supermercado o al restaurante se tiene que manejar. No hay transporte público que lo lleve a uno donde se desea y no hay posibilidad de caminar o montar bicicleta hasta el destino final. Las largas distancias son aburridoras, y la idea de pasar más de 10 minutos en el carro para ir a comprar lo que falta para la comida, me da escalofríos.
Además, si tu trabajo queda a media hora de la casa, al final del día has manejado 1 hora, al final de la semana 5, al final del mes 24, y ¡al final de año 288! Aquellas horas podían haber sido invertidas en otra cosa: hacer ejercicio, leer o simplemente pasar tiempo con la familia. Y ahora imagina que tocara manejar 1 hora al trabajo. Ello equivaldría a 576 horas al año manejando sólo para ir al trabajo. Si los dos en la casa trabajan en sitios diferentes es obligatorio tener dos carros, y con ello se consume más gasolina, se genera más polución y tráfico.
Se compran más cosas para la casa
Apenas adquirimos nuestro condo, no teníamos prácticamente nada. Platos, toallas y una cobija eran nuestras posesiones. Al siguiente día, nos llegó la cama; a la siguiente semana, el sofá y el escritorio; al mes, el centro de entretenimiento y a los seis, la mesa del comedor. Ya llevamos más de dos años viviendo en el mismo condo y todavía no lo tenemos todo adornado ni amueblado. Si tuviéramos una casa, nos tocaría adquirir más muebles y adornos para llenar el espacio. Estaríamos todavía gastando gran parte de nuestro sueldo en cosas materiales, coleccionando artículos que, al final del día, no son necesarios.
Se tiene más para limpiar
Más espacio equivale a más horas de limpieza. Aspirar, desinfectar y sacudir el polvo son actividades que personalmente no disfruto. Contratar una muchacha del servicio vale US$20 por hora, y si se tiene una casa grande por lo menos 4 o 5 horas se necesitan para limpiarla completa. Ello significa que US$100 se invertirían en limpieza, más los productos necesarios para llevarla a cabo. Con esta sociedad que trabaja de 8 a 12 horas al día, lo que menos se necesita son más horas de labores hogareñas. Y si se tiene un patio, toca podarlo y regarle agua, lo que consume aun más tiempo y más agua.
Se consume más energía
Comprar una casa en suburbia es más económico que comprarla en la ciudad, pero los gastos que vienen con ella son más altos. Al tener más espacio, se utiliza más aire acondicionado o calefacción dependiendo de la temporada. También se tienen más luces en general, pues se tienen más habitaciones, y artículos electrónicos como los televisores. De igual forma, si se tiene un patio, ya sea solo o con piscina, se consumirá más agua. Todo va sumando, y no solo es el bolsillo el que se ve afectado, sino también los recursos naturales.
Se es menos activo
El hecho de estar más alejado causa que nos veamos en la obligación de manejar a todo lado. Caminar, montar en bicicleta o trotar no se ven muy a menudo en suburbia, pues no hay suficientes andenes o ciclorutas a seguir. Estudios recientes han demostrado que el 68% de americanos son obesos o están pasados de peso, e igualmente, residentes de suburbia son 25% más propensos a padecer diabetes. Las ciudades más compactas y densas promueven la actividad física y sus habitantes tienden a ser más sanos y delgados que aquellos que viven en las afueras. Tener un parque cercano, cafés a donde caminar y acceso a transporte público nos da un motivo para salir a disfrutar del mundo en vez de quedarnos en nuestro “man or woman cave”.
¿Para qué atarnos a una casa grande con artículos materiales si el planeta tiene demasiado por explorar? ¿Será que los americanos viajarían más si no consideraran su casa como su único refugio sagrado? Sí, yo creo que sí.
Imagen: Loozrboy, Nicholas, Donnie Ray